Hoy en día solemos hablar sobre la ‘‘crisis educativa’’: sobre cómo el desempeño de los estudiantes es mucho más bajo de lo que era décadas atrás (principalmente en materias como Lengua y Matemáticas); el porcentaje de deserción escolar en los jóvenes; la baja inversión en infraestructura de las escuelas, proyectos educativos como Conectar Igualdad, Robótica y Programación; los salarios bajos de los docentes que llevan luego a los paros que ‘‘hacen que los chicos pierdan clases y tengan mal desempeño’’.
Todas estas problemáticas son consecuencia de decisiones políticas en las que la educación pública no es prioridad o al menos se quiere que aquel que es “ignorante” lo continúe siendo, para poder así controlarlo fácilmente.
Pero a la vez tenemos que aceptar que la crisis educativa es también culpa de todos, no únicamente del gobierno. Es probable que la ‘‘fé’’ en la educación se haya perdido como consecuencia de las crisis políticas y económicas que afectaron al país, pues algo común de escuchar es ‘‘¿Para que vas a estudiar si vas a ganar una miseria?’’, ‘‘¿Vas a estudiar para terminar lavando los pisos?’’.
La Educación fue decayendo por estos dos factores: la despreocupación de los gobiernos, y la desvalorización de la sociedad. Podríamos considerar como un tercer y nuevo factor, la tecnología. Pero en cuanto a ‘‘tecnología’’ no solo me refiero a la incorporación de computadoras, proyectores o cualquier cosa similar, sino a la actualización constante de la práctica educativa en cuestión de saberes, recursos (donde entrarían las computadoras), y metodologías.
En el contexto de una crisis educativa, en una sociedad que cree que la forma de que ‘‘el país salga adelante’’ es gracias a la educación, lo primero que debe hacer es buscar una solución para este problema, lo que conocemos como ‘‘Políticas educativas’’
"Política educativa": se trata de las acciones del Estado en relación a las prácticas educativas que atraviesan la totalidad social y, dicha en términos sustantivos, del modo a través del cual el Estado resuelve la producción, distribución y apropiación de conocimientos y reconocimientos. (Pablo Imen)
En el texto de Frigerio, habla de que ‘‘considerar a la Educación como un problema ético-político plantea una perspectiva que, a la par de reconocer a la ética como parte constitutiva de la práctica política, obliga a revisar los modos de pensar y de hacer las políticas educativas en el momento actual, así como analizar las implicancias éticas en la formulación y en la toma de decisiones relativas a las políticas educativas.’’
Es en el análisis ético de las políticas educativas donde postula que estas mismas son pensadas bajo 2 tipos de lógica en la actualidad: la justicia y la eficiencia.
Las políticas educativas pensadas bajo la lógica de justicia suelen apuntar hacia el bien común de toda la sociedad; mientras que las que responden a la lógica de eficiencia, pues, es como indica su nombre, intentan que la educación sea más eficiente.
¿Y cuales serian políticas regidas por la justicia o la eficiencia?
Podríamos pensar en la misma construcción del tan deseado edificio de nuestro instituto, el N°41, que se viene reclamando desde la creación del Profesorado. El Profesorado comparte establecimiento con otras dos instituciones, por lo cual se ve atada a los horarios de las otras instituciones y sus reglas. La construcción del edificio propio podría ser pensada en sí como una política que responde a la lógica de justicia, porque le permite acceder a una educación superior a muchas personas al ofrecer 3 horarios distintos para todos (mañana, tarde y vespertino). Si la decisión fue tomado pensando en el derecho de acceder a la educación, esta sería una política con la lógica de justicia.
Pero, ¿no podría ser esta decisión, tomada por el Municipio (que es interesante el hecho de que lo declaren todas las veces que pueden), ser una política que responde a la lógica de la eficiencia?
Es mucho más conveniente invertir en la construcción de un instituto que puede ofrecer el triple de horarios de lo que hacía anteriormente al compartir edificio. Podemos pensar que al tener 3 horarios, el número de estudiantes aumentará, lo que se traduciría en muchos más profesionales en entrenamiento. Las razones por las que muchos estudiantes dejan sus estudios es por problemas de horario (el horario del trabajo puede chocar con el de la cursada), y problemas monetarios (¿como se puede estudiar si no puedes comprar el material de estudio, o pagar los viajes del instituto a la casa?).
El edificio y nuevos horarios podría considerarse como una inversión para la eficiencia. Un edificio nuevo puede no tener problemas de suministro de agua que forcen a cancelar las clases; el edificio nuevo al contar con ascensores puede permitir que más estudiantes con discapacidad motriz puedan estudiar sin preocuparse porque los carguen por las escaleras.
¿Cual es el problema con las políticas con lógica de la eficiencia? Pues el problema es que se centran en ser efectivas, prácticas, pero a veces ignoran las consecuencias negativas que producen, por eso Frigerio insiste en que la Educación no tiene que ser pensada desde el campo económico, desde la eficiencia (porque eficiencia siempre se ve conectado con la inversión de capital), porque es ahí donde se pierde la ética y se vulnera el bien común.
Es ahora cuando uno se pregunta cuántas políticas educativas fueron pensadas de un principio desde la lógica de la justicia y la eficiencia. Si fueran todas de eficiencia, no existiría una crisis educativa? ¿Y si fueran todas buscando el bien común?