Desde el inicio de la
Educación, esta fue concebida como un privilegio de las clases altas
gobernantes, siendo estas las únicas que podían acceder a ella. Si bien a lo
largo de la historia hubo debates acerca de permitir a las masas populares
(salvajes, definidas así por varios pensadores) acceder a este privilegio con
los propósitos de ayudar en el desarrollo y crecimiento de una nación, al
preparar a la población para los nuevos puestos profesionales. Con la aparición
de movimientos independentistas en todo el mundo, revoluciones y surgimientos
de nuevas naciones, el sistema educativo tiene un nuevo propósito y
responsabilidad: homogeneizar a la población. Es a partir de estos propósitos
que una gran mayoría de las masas pudieron acceder a la educación.
Pero, ¿por qué decimos que
la educación era un privilegio y no un derecho, como indica el nombre de la
entrada? Pues hasta ese entonces, la educación no se consideraba como un
derecho humano de todos los individuos.
Pero primero, ¿qué son los
derechos humanos?
’’Los derechos humanos son derechos inherentes a todos los seres humanos, sin distinción alguna de nacionalidad, lugar de residencia, sexo, origen nacional o étnico, color, religión, lengua, o cualquier otra condición. Todos tenemos los mismos derechos humanos, sin discriminación alguna. Estos derechos son interrelacionados, interdependientes e indivisibles.’’ Naciones Unidas, Derechos Humanos.
Los derechos humanos son el
resultado de procesos de luchas de los seres humanos, procesos tales como los
movimientos revolucionarios que se dieron durante el siglo XVIII, influenciados
por las ideas del Iluminismo. Los derechos humanos son una declaración, un
método de defensa que poseen los ciudadanos de una nación ante la posibilidad
de que un futuro gobernante viole sus derechos, como ha sucedido con
gobernantes antes de la revolución. Los primeros derechos que surgieron tras
los movimientos revolucionarios son los conocidos como “Derechos de primera
generación”, o derechos civiles y políticos, tales como: el derecho a la
libertad, el derecho a la igualdad ante la ley, el derecho a la propiedad
privada.
Sin embargo, los
movimientos revolucionarios no eliminaron toda la discriminación y explotación
sistemática de las naciones. Por eso es por lo que anteriormente establecimos
que los derechos humanos son una defensa contra futuros gobernantes, porque
como ha sido el caso en Estados Unidos, tras la revolución y la independencia
de las colonias norteamericanas, los derechos como libertad e igualdad no eran
respetados para la población negra, que seguía viviendo en un estado de
servidumbre, principalmente en los estados sureños. Incluso tras la Guerra
Civil y la abolición de la esclavitud en el año 1865, la población negra aún
veía sus derechos violados por aquellos que estaban en el poder; oficialmente
ya no eran esclavos y gozaban de los mismos derechos que el resto de la
población, pero la presión y explotación a la que estaban expuestos no era
distinta a la que vivían anteriormente.
Como sucedió en Estados
Unidos, los individuos que gozaban plenamente de sus derechos recientemente
adquiridos eran en mayor parte sujetos del sexo masculino y pertenecientes a
una casta blanca. La población negra y las mujeres no reciben ningún tipo de
mención en las declaraciones de Derechos Humanos, por lo tanto, no gozaban de
su protección, una deliberada omisión de parte de la sociedad. Es entonces que,
en 1791, Olympe de Gouges reescribe la Declaración de los Derechos del Hombre y
del Ciudadano, desde el punto de vista de la mujer nombrado como la Declaración
de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana. En esta Declaración, Olympe de
Gouges expone que la violación de los derechos de la mujer es una forma de
tiranía de los hombres al mando.
“La libertad y la justicia consisten en devolver todo lo
que pertenece a los otros; así, el ejercicio de los derechos naturales de la
mujer sólo tiene por límites la tiranía perpetua que el hombre le opone; estos
límites deben ser corregidos por las leyes de la naturaleza y de la razón.”
La violación u omisión de
los derechos de los individuos de una sociedad, no es más que la opresión de
aquellos individuos privilegiados, que gozan de estos privilegios, no derechos,
pues los derechos son universales y velan por el bienestar de todos los individuos,
sin excepción alguna. Entre los privilegios se encontraba la educación, que
hasta la llegada de los Derechos de Segunda Generación o “derechos económicos,
sociales y culturales”, no era considerada un derecho de toda la población.
Entre estos nuevos derechos se hallaba: el derecho al trabajo, el derecho a la
salud y el derecho a la educación.
A fines del siglo XX,
surgieron los Derechos de Tercera Generación, también llamados Derechos
Colectivos, de los Pueblos o Solidarios. No se centran en el individuo en sí
mismo, sino en él dentro de una sociedad, como parte de la humanidad. Hacen
referencia a tres tipos de bienes: paz, desarrollo y medio ambiente. En cuanto
a su aplicación dentro de la educación, se ven reflejados en el derecho a la
educación multicultural, a la enseñanza en la lengua nativa y la educación
ambiental.
Dentro del recorrido
histórico de la adquisición de derechos a lo largo de la historia mundial, pero
centrándonos específicamente en la Argentina, podemos decir que hubo una cierta
imposición de derechos cuyo objetivo
era la construcción del ciudadano argentino, homogeneizar la población, la cual
estaba constituida en gran cantidad por inmigrantes europeos. Por el otro lado,
durante la dictadura militar hubo sustracción
de derechos mediante el terrorismo de Estado, la tortura y desaparición de
personas. Podemos decir que uno de los derechos violados, de los más
importantes y que rige desde el nacimiento, es el derecho a la identidad, el
cual le ha sido negado a todos los bebés, niños y niñas que fueron sustraídos
de sus padres y familias para ser entregados a amigos y familiares de las
fuerzas militares. También hubo, de acuerdo con el texto, un desmantelamiento
del proyecto pedagógico que se encontraba vigente desde el siglo XIX, ya que
para la dictadura la escuela pública era parte de la ideología “subversiva”, es
por ese motivo que se buscó la fragmentación del sistema educativo y de esa
idea de igualación de todos los ciudadanos.
El plan sistemático de
fragmentar y descentralizar la educación pública fue iniciado por la dictadura
militar y profundizado en la década del 90 por el gobierno de Carlos Menem y
sus reformas neoliberales. Con la Ley de Transferencias (1991), los secundarios
y terciarios pasaron a las diferentes provincias, las cuales no contaban con el
presupuesto para mantenerlas, lo que provocó una profunda desigualdad entre los
sistemas provinciales. También se profundizó en la privatización de la
educación (entre muchas otras) y se adoptaron las políticas educativas requeridas
por el FMI y otros organismos internacionales.
El derecho a la educación
se ha visto vulnerado a través de los años, acompañado de la pobreza que las
políticas neoliberales han dejado en nuestro país, dejando a los individuos de
las clases bajas fuera de la sociedad, despojados de sus derechos primarios.
Esto hace que los docentes sean quienes tienen que “restituir” derechos,
especialmente, el derecho a la educación. El texto plantea que se deben cambiar
las propuestas pedagógicas en las que los alumnos son vistos como un “peligro
social”, lo hace que se perpetúe y normalice la pobreza. Es por eso por lo que
se debe cambiar la visión, y la escuela les debe ofrecer oportunidades para
cambiar, transformar el futuro de esos alumnos que son condenados por la sociedad
desde su nacimiento sólo por su condición social y económica. Y es ese futuro
el que el docente debe tratar de construir junto a ellos, empezando por no
reproducir la desigualdad e injusticia en la que se ven envueltos día a día.
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